domingo, 15 de enero de 2012

En el momento en que puse un pie en aquel lugar, todos los recuerdos que entrañaba se agolparon en mi mente en cuestión de segundos. Me llegaron imágenes de hace no muchos años, tres o cuatro quizá, casi todo estaba en el mismo sitio. Ahora las paredes estaban un poco más sucias, menos blancas y con algún que otro rasquijón. Los bancos tenían más inscripciones y les hacía falta una pasada de pintura. Pero por todo lo demás, no había cambiado. Pero la situación era muy distinta. Ya no éramos nosotros los que estábamos allí. Era yo. Aquel lugar te había perdido, quizá no para siempre, pero sí para mucho tiempo. Tu olor ya no quedaba flotando en el aire, con el que te podía reconocer. Nuestras tímidas voces no asomaban entre los soplidos del viento. Las miradas de complicidad y las risas habían viajado a un lugar muy alejado de allí. Tu esencia, nuestra esencia, nunca volvería a inundar aquel rincón, donde, por primera vez, supe lo que era el amor.

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