martes, 4 de octubre de 2011

He perdido el control

Nada dura para siempre, ni el más largo de los abrazos, ni la más amarga tristeza, ni la más divertida risa, ni la más profunda sonrísa, ni esas tardes con tus amigas, ni la más romántica velada con tu novio, ni siquiera esos enormes helados de hielo que te dejan la lengua hinchada, ni el más eterno bostezo, ni el más gordo de los libros, ni la más interminable película, ni el más insufrible de los diciembres, ni por supuesto, el más bonito de los amores. Todo se acaba, se termina, pero nada desaparece.

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